La influencia de los padres en el comportamiento de los hijos

El comportamiento de los niños no ocurre en el vacío. Desde los primeros días de vida, los niños observan, imitan y aprenden del entorno que los rodea —y dentro de ese entorno, la influencia de los padres es decisiva. Las actitudes, palabras, gestos y reacciones de mamá y papá dejan huellas profundas en la forma en que los hijos entienden el mundo, se relacionan con los demás y gestionan sus emociones.

En este artículo, exploramos cómo la conducta parental moldea el comportamiento infantil, qué patrones se transmiten sin darnos cuenta, y cómo los adultos pueden asumir un rol activo y consciente en la formación emocional y social de sus hijos.

¿Por qué los padres tienen tanta influencia?

Los padres (o figuras principales de cuidado) son las primeras personas con las que el niño crea un vínculo afectivo profundo. A través de ese vínculo, el niño:

  • Aprende qué es seguro y qué no.
  • Desarrolla su sentido de identidad.
  • Construye su capacidad para confiar.
  • Aprende a expresar emociones.
  • Entiende cómo funcionan las relaciones.

En otras palabras, los padres son el primer espejo en el que el niño se mira.

Conductas parentales que marcan el comportamiento infantil

1. El estilo de comunicación

  • Agresiva: Gritos, amenazas o descalificaciones generan miedo, inseguridad o rebeldía.
  • Pasiva: Evitar conflictos o no poner límites claros puede causar confusión o descontrol.
  • Asertiva: Decir lo que se piensa con claridad, sin herir, promueve el respeto mutuo y la confianza.

Los niños aprenden a comunicarse observando cómo los adultos lo hacen.

2. Manejo de emociones

Un niño que ve a sus padres explotar con ira, guardar resentimientos o evitar emociones difíciles, tenderá a hacer lo mismo. En cambio, si el adulto:

  • Nombra lo que siente.
  • Se calma antes de reaccionar.
  • Pide disculpas cuando se equivoca.
    …está enseñando inteligencia emocional en la práctica.

3. Resolución de conflictos

¿Cómo se resuelven los desacuerdos en casa? ¿A gritos? ¿Con indiferencia? ¿Con diálogo? El niño repetirá lo que observa. Las formas de resolver diferencias en el hogar se convierten en modelos internos que llevará a la escuela, al grupo de amigos, y luego a sus relaciones de adulto.

4. Estilo de apego

Los niños que sienten que sus padres están disponibles emocionalmente, que los escuchan, consuelan y validan, desarrollan un apego seguro. Esto les da mayor capacidad de autorregulación, autonomía y relaciones sanas.

En cambio, un apego inseguro o ansioso puede dar lugar a comportamientos como:

  • Búsqueda constante de aprobación.
  • Miedo al abandono.
  • Rabietas intensas.
  • Dificultad para tolerar la frustración.

Cómo los padres modelan el comportamiento

El poder del ejemplo

Los niños no hacen lo que se les dice, hacen lo que ven. Algunas acciones cotidianas con gran impacto:

  • Tratar con respeto a otros (incluidos los niños).
  • Ser amable con uno mismo (autocuidado, autocompasión).
  • Cumplir con las responsabilidades.
  • Pedir disculpas cuando se comete un error.
  • Ayudar sin esperar nada a cambio.

Un niño que crece en un hogar donde se vive lo que se predica tendrá más coherencia interna y confianza en sí mismo.

Reacciones ante el mal comportamiento

La manera en que los padres reaccionan ante errores o conductas desafiantes también forma al niño:

  • ¿Se castiga con gritos o golpes?
  • ¿Se ignora por completo?
  • ¿Se enseña qué hacer mejor la próxima vez?

La disciplina respetuosa no significa permisividad, sino enseñar sin humillar.

Tiempo de calidad

Más allá de cuántas horas se está en casa, lo que realmente influye es la calidad de la presencia. Mirar a los ojos, escuchar con atención, compartir actividades… Todo eso construye conexión emocional y disminuye conductas desafiantes.

Influencia inconsciente: lo que transmitimos sin querer

Muchas veces los padres repiten patrones que vivieron sin cuestionarlos:

  • “A mí me gritaban y salí bien.”
  • “En esta casa se hace lo que yo digo.”
  • “Si no obedece, necesita mano dura.”

Romper estos ciclos implica hacer conciencia, preguntarse:
¿Esto ayuda al desarrollo emocional de mi hijo?
¿Esto construye o destruye el vínculo?

La crianza consciente no significa ser perfectos, sino estar dispuestos a reflexionar y cambiar.

Cómo ejercer una influencia positiva

1. Cultiva la conexión emocional

Un niño conectado emocionalmente con sus padres coopera más, confía más, y tiene menos necesidad de “portarse mal” para llamar la atención.

2. Escucha antes de corregir

Antes de imponer una consecuencia, trata de entender qué motivó la conducta. Muchas veces, hay emociones no expresadas detrás del comportamiento.

3. Refuerza lo positivo

En lugar de enfocarte siempre en lo que hace mal, observa lo que hace bien y házselo saber. Esto refuerza su autoestima y aumenta la motivación.

4. Sé coherente

No digas una cosa y hagas otra. La coherencia entre lo que se dice, se hace y se siente genera confianza y seguridad.

5. Trabaja en tu propio bienestar emocional

Un adulto regulado emocionalmente tiene más herramientas para guiar, contener y educar. Cuidarte a ti es también una forma de cuidar a tus hijos.

Reflexión final: ser modelo es una oportunidad diaria

Ser padre o madre no es solo una responsabilidad, es una oportunidad. Cada día tienes la posibilidad de influir en la vida de tu hijo de forma positiva, amorosa y consciente. No se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo presente.

El comportamiento infantil es un reflejo del entorno que lo forma. Y en ese reflejo, el rol de los padres es, sin duda, el más determinante.